Vi este video y pensé: “no lo pudo haber dicho mejor”. Treinta segundos, un director conocido y un mensaje más que claro. Estoy de acuerdo, pero lo que me motivó fue el conflicto que hay cuando uno se “resiste” a la modernidad, a este proceso que todo lo transforma (lo hace más pequeño si es posible), lo mejora entre comillas, que es salvación para unos y decadencia para otros.
Concretamente el video trata sobre lo tonto, y estoy de acuerdo, que es ver películas en un teléfono móvil. Personalmente me parece algo extraño esperar que alguien vea una película entera en una pantalla tan pequeña, se pierden detalles, se le da poco valor al trabajo realizado por el director. Aunque hay varios factores que entran en juego: placer, comodidad, entretenimiento, “experiencia” y un largo etcétera. Como debería ser siempre, lo mejor esta en los comentarios. Ah, ojo que nunca dice iPhone, pero en realidad es un golpe bajo adelantado para lo que pretende Apple, me refiero a la iGeneration, que será tema de otro post.
Ahora viene lo bueno, un análisis de la visión que se tiene hoy de la tecnología: como salvación (?) o entendida como amenaza en el contexto de la modernidad. Obviamente análisis propio de un torpe, pero feliz, principiante.
Cierto es que lo que hoy se considera como una amenaza (para el arte, la persona, el trabajo) antes era visto como una promesa, aunque siempre con un triste final: catastrófico en algunos casos, pero no había duda de que la tecnología nos iba a traer grandes satisfacciones.
Ya desde Marx y sus fuerzas productivas se hablaba del “con qué”, así todo avanza, va cambiando: mejora. La economía, las relaciones sociales y la persona van acorde con el proceso y con lo que día a día se entiende por modernidad. Si la producción es buena, entonces los avances tecnológicos son buenos; eso hasta romper con Marx. Luego se puso la esperanza en reducir cada vez más el trabajo del ser humano, se soñaba y se sigue soñando con una época donde robots u otros aparatos ayuden y si es posible realicen la mayoría de tareas humanas. Hasta ahí bien, creo.
Todo cambia y cambiará: se reducen precios, tamaños, costos de producción, todo es portátil y descartable. Ahora la mayoría de cosas que salen al mercado son todo-en-uno, en especial los celulares, que es en parte el tema principal del video y de este post. Y es que ¿dónde queda la esencia de las cosas?, acaso se va con el tamaño o se reduce hasta el mínimo, pero ¿está?
Tomar fotos con la cámara del celular, ver películas en el mismo, poner toda la discografía de un grupo en un simple cd mp3, todas tus canciones en el ipod, etc. Todo se sintetiza, pero también se le resta importancia: acá entra el valor. El valor de las cosas, cuántas y por cuánto dinero las puedes tener; es por naturaleza humana, como plantea Simmel, que uno no desea lo que está fuera de nuestro alcance, pero tampoco lo que está muy cerca. Ahora, lo que acabo de decir sobre el valor se deforma en estos días ya que es necesario tener distintos aparatos para nuestro quehacer diario, nuestra vida social, sentimental, para aparentar, y otros motivos diversos. Entonces: el valor pierde valor.
Sobre la pregunta abierta unas líneas arriba: ¿dónde queda la esencia? Se pueden ensayar varias respuestas. Tal vez sigue ahí, solo que sintetizada; tal vez ya no; puede ser que hace tiempo que nos abandonó; ¿hubo alguna vez esencia desde que se retrato, por ejemplo, un paisaje en una foto? La naturaleza quedando reemplazada. También, quién sabe si es posible disfrutar de una canción o un disco en el celular o en el mismo equipo de sonido; o ¿sólo la música tiene esencia cuando se toca en vivo?
Con estos ejemplos también planteo la pregunta sobre si la esencia es algo eterno o efímero, incluso la esencia humana. Ambas son preguntas abiertas por supuesto, que no pienso ni pretendo responder; al menos no todavía y quién sabe cuando.
Se sabe lo que es esencia por definición al menos, pero hay un debate muy intenso sobre si realmente existe o existió. Supongamos que existe: está entre nosotros, en cada cosa que hay. Listo. ¿Cuánto tiempo le queda entonces? Si es que se sigue haciendo todo más pequeño, práctico y descartable; si lo de ayer ya no tiene uso (gracias a la hiperproducción tecnológica), en consecuencia todo se resume a la inmediatez.
Parece que “el ahora” le va quitando terreno a lo que entendemos por esencia, y ésta parece importar menos.
La mejor manera de evitar esto es saliendo de los aparatos todo-en-uno, aunque esto implicaría un problema de espacio, comodidad, traslado; aspectos que son importantes hoy en día al momento de comprar un producto. Así que está algo difícil.
Otra sería crear más conciencia sobre como deben ser realmente las cosas, es decir: crear conciencia sobre la utilidad de un aparato y como éste no debe ser reemplazado por otro que haga dos o tres funciones a la vez, porque así se reduce el desempeño del objeto y los resultados que obtiene. Es como con una persona, se aprovecha más el trabajo de una sola realizando una función específica que el de una persona que realice diversos trabajos todos hechos a medias, porque finalmente el que mucho abarca poco aprieta. Se ve algo complicado que modernidad y esencia puedan convivir.
Algunos conflictos que se perciben con todo este asunto de la revolución tecnológica y el bien del ser humano abarcan muchos aspectos diversos, desde el histórico hasta el social-cultural.
Uno de los más interesantes el debate que se ha presentado entre los que tienen una excesiva fe en lo bueno que nos puede traer la tecnología, obviamente también se dan cuenta de los aspectos negativos, y los que tienen un gran temor o desconfianza frente a los avances que se van dando. Dos posturas que parecen irreconciliables. Cada uno ve al otro como equivocado, que le ponen demasiada fe a algo que en exceso traerá consecuencias negativas, los otros, que parecen “vivir en el pasado”, sin esperanzas de cambio, de renovación. No hay puntos medios, o estás o no, colocarse en medio de estas dos posturas es, sinceramente, lo peor que se puede hacer. Porque o avanzas o regulas, no hay necesidad de moderar acá.
Es preciso aclarar que a las personas que les parece mejor regular el avance tecnológico no son partícipes de estos “revivals” y cultos al pasado, tan de moda ahora. No sufren de ochentitis, ni de setentitis, No. Tampoco piensan que “todo tiempo pasado fue mejor”.
Entonces, contando los días para la muerte de la esencia, hay otro debate en pie: que mucha gente a la hora de escuchar música, tomas una foto, ver una película, no busca llegar y captar la esencia de las cosas. Sólo lo hace por entretenimiento, nada más simple que eso. Es que, a veces ¿no se busca solo pasar el rato?
En este conflicto por la búsqueda de entretenimiento y no de la esencia se toca un punto clave: que no todo tiene que ser así de serio, que a algunos no les interesa experimentar de una manera trascendental una película, o captar la esencia de la naturaleza e una pintura o una foto. Aquí es posible, necesario diría, discrepar con David Lynch y la generalización que hace diciendo que no se puede ver una película en un celular, que no se captaría la esencia, el mensaje, o como quieran llamarlo. Puede verse en cualquier lado, las personas hacen las cosas no por llegar a su principio básico, a lo trascendente, o para tener una experiencia semidivina con el arte; sino que lo hace porque necesita entretenerse. Y lo hace en un celular… tal vez por comodidad.
Como van las cosas, se auguran más avances, más celulares que personas (aunque creo que ya hay), hipermegaproducción tecnológica, en consecuencia más aparatos descartables. Una vida más apurada para todos, más comida rápida por más que se quiera imponer la slow food, más OLPC’s, nuevas drogas, creative commons para todo el mundo; es decir, más cosas en qué pensar y menos cosas para entretenerse, no habrá tiempo: otra vez modernidad.
Concretamente el video trata sobre lo tonto, y estoy de acuerdo, que es ver películas en un teléfono móvil. Personalmente me parece algo extraño esperar que alguien vea una película entera en una pantalla tan pequeña, se pierden detalles, se le da poco valor al trabajo realizado por el director. Aunque hay varios factores que entran en juego: placer, comodidad, entretenimiento, “experiencia” y un largo etcétera. Como debería ser siempre, lo mejor esta en los comentarios. Ah, ojo que nunca dice iPhone, pero en realidad es un golpe bajo adelantado para lo que pretende Apple, me refiero a la iGeneration, que será tema de otro post.
Ahora viene lo bueno, un análisis de la visión que se tiene hoy de la tecnología: como salvación (?) o entendida como amenaza en el contexto de la modernidad. Obviamente análisis propio de un torpe, pero feliz, principiante.
Cierto es que lo que hoy se considera como una amenaza (para el arte, la persona, el trabajo) antes era visto como una promesa, aunque siempre con un triste final: catastrófico en algunos casos, pero no había duda de que la tecnología nos iba a traer grandes satisfacciones.
Ya desde Marx y sus fuerzas productivas se hablaba del “con qué”, así todo avanza, va cambiando: mejora. La economía, las relaciones sociales y la persona van acorde con el proceso y con lo que día a día se entiende por modernidad. Si la producción es buena, entonces los avances tecnológicos son buenos; eso hasta romper con Marx. Luego se puso la esperanza en reducir cada vez más el trabajo del ser humano, se soñaba y se sigue soñando con una época donde robots u otros aparatos ayuden y si es posible realicen la mayoría de tareas humanas. Hasta ahí bien, creo.
Todo cambia y cambiará: se reducen precios, tamaños, costos de producción, todo es portátil y descartable. Ahora la mayoría de cosas que salen al mercado son todo-en-uno, en especial los celulares, que es en parte el tema principal del video y de este post. Y es que ¿dónde queda la esencia de las cosas?, acaso se va con el tamaño o se reduce hasta el mínimo, pero ¿está?
Tomar fotos con la cámara del celular, ver películas en el mismo, poner toda la discografía de un grupo en un simple cd mp3, todas tus canciones en el ipod, etc. Todo se sintetiza, pero también se le resta importancia: acá entra el valor. El valor de las cosas, cuántas y por cuánto dinero las puedes tener; es por naturaleza humana, como plantea Simmel, que uno no desea lo que está fuera de nuestro alcance, pero tampoco lo que está muy cerca. Ahora, lo que acabo de decir sobre el valor se deforma en estos días ya que es necesario tener distintos aparatos para nuestro quehacer diario, nuestra vida social, sentimental, para aparentar, y otros motivos diversos. Entonces: el valor pierde valor.
Sobre la pregunta abierta unas líneas arriba: ¿dónde queda la esencia? Se pueden ensayar varias respuestas. Tal vez sigue ahí, solo que sintetizada; tal vez ya no; puede ser que hace tiempo que nos abandonó; ¿hubo alguna vez esencia desde que se retrato, por ejemplo, un paisaje en una foto? La naturaleza quedando reemplazada. También, quién sabe si es posible disfrutar de una canción o un disco en el celular o en el mismo equipo de sonido; o ¿sólo la música tiene esencia cuando se toca en vivo?
Con estos ejemplos también planteo la pregunta sobre si la esencia es algo eterno o efímero, incluso la esencia humana. Ambas son preguntas abiertas por supuesto, que no pienso ni pretendo responder; al menos no todavía y quién sabe cuando.
Se sabe lo que es esencia por definición al menos, pero hay un debate muy intenso sobre si realmente existe o existió. Supongamos que existe: está entre nosotros, en cada cosa que hay. Listo. ¿Cuánto tiempo le queda entonces? Si es que se sigue haciendo todo más pequeño, práctico y descartable; si lo de ayer ya no tiene uso (gracias a la hiperproducción tecnológica), en consecuencia todo se resume a la inmediatez.
Parece que “el ahora” le va quitando terreno a lo que entendemos por esencia, y ésta parece importar menos.
La mejor manera de evitar esto es saliendo de los aparatos todo-en-uno, aunque esto implicaría un problema de espacio, comodidad, traslado; aspectos que son importantes hoy en día al momento de comprar un producto. Así que está algo difícil.
Otra sería crear más conciencia sobre como deben ser realmente las cosas, es decir: crear conciencia sobre la utilidad de un aparato y como éste no debe ser reemplazado por otro que haga dos o tres funciones a la vez, porque así se reduce el desempeño del objeto y los resultados que obtiene. Es como con una persona, se aprovecha más el trabajo de una sola realizando una función específica que el de una persona que realice diversos trabajos todos hechos a medias, porque finalmente el que mucho abarca poco aprieta. Se ve algo complicado que modernidad y esencia puedan convivir.
Algunos conflictos que se perciben con todo este asunto de la revolución tecnológica y el bien del ser humano abarcan muchos aspectos diversos, desde el histórico hasta el social-cultural.
Uno de los más interesantes el debate que se ha presentado entre los que tienen una excesiva fe en lo bueno que nos puede traer la tecnología, obviamente también se dan cuenta de los aspectos negativos, y los que tienen un gran temor o desconfianza frente a los avances que se van dando. Dos posturas que parecen irreconciliables. Cada uno ve al otro como equivocado, que le ponen demasiada fe a algo que en exceso traerá consecuencias negativas, los otros, que parecen “vivir en el pasado”, sin esperanzas de cambio, de renovación. No hay puntos medios, o estás o no, colocarse en medio de estas dos posturas es, sinceramente, lo peor que se puede hacer. Porque o avanzas o regulas, no hay necesidad de moderar acá.
Es preciso aclarar que a las personas que les parece mejor regular el avance tecnológico no son partícipes de estos “revivals” y cultos al pasado, tan de moda ahora. No sufren de ochentitis, ni de setentitis, No. Tampoco piensan que “todo tiempo pasado fue mejor”.
Entonces, contando los días para la muerte de la esencia, hay otro debate en pie: que mucha gente a la hora de escuchar música, tomas una foto, ver una película, no busca llegar y captar la esencia de las cosas. Sólo lo hace por entretenimiento, nada más simple que eso. Es que, a veces ¿no se busca solo pasar el rato?
En este conflicto por la búsqueda de entretenimiento y no de la esencia se toca un punto clave: que no todo tiene que ser así de serio, que a algunos no les interesa experimentar de una manera trascendental una película, o captar la esencia de la naturaleza e una pintura o una foto. Aquí es posible, necesario diría, discrepar con David Lynch y la generalización que hace diciendo que no se puede ver una película en un celular, que no se captaría la esencia, el mensaje, o como quieran llamarlo. Puede verse en cualquier lado, las personas hacen las cosas no por llegar a su principio básico, a lo trascendente, o para tener una experiencia semidivina con el arte; sino que lo hace porque necesita entretenerse. Y lo hace en un celular… tal vez por comodidad.
Como van las cosas, se auguran más avances, más celulares que personas (aunque creo que ya hay), hipermegaproducción tecnológica, en consecuencia más aparatos descartables. Una vida más apurada para todos, más comida rápida por más que se quiera imponer la slow food, más OLPC’s, nuevas drogas, creative commons para todo el mundo; es decir, más cosas en qué pensar y menos cosas para entretenerse, no habrá tiempo: otra vez modernidad.
3 comentarios:
al final la comodidad es lo que va a primar por sobre la mayoría de cosas que hagamos nosotros en los próximos años. Es un punto que haz tocado poco y creo debe ser más explotado.
Se nota que eres uno de los que se denominan temerosos de la modernidad, tal vez lo malo de tu artículoe s que escribes desde ese punto de vista, aunque no te culpo. Todos somos subjetivos, al final un blog es para expresar la opinión del autor. Gracias por el video, por lo que escribes, que está muy interesante, y por el blog que está lleno de cosas buenas. La mayoría al menos.
de que lado estas tu?
que tal quemada!!!
pero con mucho sentido u_u
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