sábado, 22 de diciembre de 2007

Sufrimiento cama adentro



Los invito a leer el post de Gonzalo Portocarrero sobre “las trabajadoras del hogar”, su importancia, el papel en la casa, sobre los hijos, sus deberes y derechos.

Dejo un par de citas importantes:

“…resulta que el hogar de clase media es el espacio de reproducción de un colonialismo atenuado pero aún vigente. Los niños aprenden que hay personas “insignificantes”, que tienen derechos muy recortados y que, con frecuencia, carecen de la capacidad de defenderse. De otro lado, las jóvenes mujeres que desempeñan este oficio internalizan la obediencia casi incondicional al patrón(a) como fundamento de su identidad.”

Aquí se toca un tema muy importante, se exige mucho y se da poco a cambio, es decir las exigencias que se le hacen a una trabajadora del hogar no van a la par con lo que ésta recibe de sueldo. Debido a que hay un gran universo de personas que trabajan como “amas de casa”, es posible encontrar a alguien que haga más por menos remuneración.
Aparte de “insignificantes” diría también en algunos casos “invisibles”, tratadas como personas no dignas de respeto: discurso que incluso algunas han interiorizado ya sea por no conocer sus derechos o, incluso si los conocen, por temor a perder el trabajo.
Al ser muchas jóvenes menores de edad, es mucho más fácil exigir responsabilidades por parte del dueño de la casa, que adopta una figura paterna.

“La situación se complica si consideramos que muchas empleadas desempeñan en la práctica el papel de madres. Por más distancia que pueda guardar una empleada respecto a sus patrones, es un hecho que tiende a comprometerse afectivamente con los niños que cuida. Se forma entonces un vínculo equívoco. El afecto depositado por la empleada no encuentra posibilidad de respuesta legítima en el niño que es objeto de su cariño. Aunque el niño sea cuidado por la empleada éste no podrá reconocer el aprecio natural que este afecto tiene que despertarle.”

Este punto es esencial, es un caso que se da comúnmente y que encierra también el planteamiento de mucho sacrificio por poca recompensa. Muchas trabajadoras del hogar desempeñan el papel de madres sustitutas, ayudan al niño a formarse, lo cuidan y lo protegen como a sus propios hijos, pero como dice Gonzalo: “la madre es la madre”. Y otra vez la figura de la trabajadora del hogar queda relegada a la de simple empleada, aunque a veces hace mucho más que eso.
El niño, receptor de cariño, no devolverá todo el afecto puesto sobre él a la empleada, creando así un vacío, una reafirmación sobre lo que consiste su trabajo: dar y dar. Así también el sufrimiento laboral abarca el terreno emocional.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy interesante el artículo y tus comentarios también.
todo un mundo loco tu blog
saludos